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Y RECIBIRÉIS EL ETERNO PREMIO DE LA GLORIA

San Martin, 11 de septiembre de 1987
Cenáculo María protectora de las misiones

Dice Nuestro Señor que ha estado oyendo muy atentamente vuestras oraciones previas a este cenáculo y también las que están realizando ahora y que pongan siempre el mismo empeño y fervor y en todo momento Él nos asistirá.
Dice que hoy va a dejar aquí un ángel protector según lo prometido y va a dar su nombre a este lugar. Este cenáculo, dice el Señor, debe llamarse “María, Protectora de las Misiones”. A partir de hoy comienza en la vida de estas personas, dice el Señor, una nueva etapa en la que han encontrado mi Palabra en su camino. El que crea y se convierta se elevará, el que deje pasar la oportunidad quedará detenido en la gracia, quedará niño espiritualmente en la fe, quedará pobre, sin crecimiento.
Va a decir algo el Señor ahora: Oíd rebaño mío, no seáis como criaturas pequeñas en vuestra fe. Creced y creced buscando vuestra madurez espiritual. Deseo de ustedes lo mismo que he pedido en otros lugares, vuestra total entrega a mí, vuestra donación de amor, vuestra confianza y os adornaré con las mejores joyas que podáis tener. Estas son las virtudes que vienen de su Dios, os daré: sabiduría, entendimiento, fortaleza, ciencia, consejo, piedad y santo temor.
Intensificad vuestras oraciones, acrecentad la recepción de los sacramentos en estado de profunda gracia. Ayunad con frecuencia y alcanzaréis cualquier gracia que pidáis al Padre en mi nombre. Es verdad que aún no comprendéis muchas cosas, pero no esperéis a entender todo para poneros en marcha, iniciad hoy el camino y Yo os iré mostrando por dónde debéis andar, Yo os llevaré de mi mano y la luz no faltará aún en la noche más oscura.
Aquí mi Madre quiere representar a aquellos que buscan abrir mi Santa Iglesia hacia otros, misioneros sóis vosotros también portadores de mi Palabra, sóis vosotros nuevos Cristos predicando en el mundo con vuestras obras, a cada instante el soplo del Espíritu os envía mensajes de amor.
No temáis en las pruebas y sed fuertes pues es mejor sufrir por el Señor que estar de acuerdo con la felicidad que da el mundo, pues al final del camino la diferencia se hará sentir.
Sabed que vuestro Dios os ama, de otra forma, no tiene explicación que se haya humanizado y aún hoy retorne a hablaros en vuestra propia lengua y con vuestras propias palabras a través de indignos instrumentos pero con la más profunda gracia. Prueba esta que estáis hoy aquí, solo por mí.
Al final os bendeciré y os sanaré espiritual y físicamente, y no abandonéis nunca a vuestro ángel guardián, hacedle compañía, en profunda oración, él se hará sentir muy cerca si lo buscáis. Haced retornar la piedad a mis templos. Haced regresar el respeto al santísimo sacramento y su altar.
(Una señora en voz alta pide por la sanación de su hija), el Señor le responde: ¡Se haga en ti según diga tu fe, pues tu Señor no es sordo. Os vuelvo a reclamar confianza y os vuelvo a prometer mi auxilio. Leed, leed la Palabra y veréis como he dicho “estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos.”
Continuad, continuad orando, vuestros pobres hermanos necesitan de las gracias que desciendan a través de vuestra oración, orad amados míos, orad.

Lecturas: San Mateo, Cap. 27, Vers. 55 y 56; San Mateo, Cap. 28, Vers. 1 al 9.

Va a bendecir los objetos: Ponéos de rodillas, dice el Señor, recibid la bendición de vuestro Dios que os visita en los corazones y no olvidéis nunca que Yo estoy aquí junto a ustedes siempre. Cuidad vuestro ángel guardián, el será vuestro fiel compañero y os recordará todas mis Palabras.
La bendición y la salud para todos mis hijos presentes y vuestras intenciones. Yo os bendigo, dice el Señor, Dios de la luz en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Permaneced adheridos a mí a través de la Santa Madre Iglesia. No desfallezcáis en las pruebas y recibiréis el eterno premio de la gloria. Bendito el que oye y obedece las Palabras de su Dios. Id en paz, vuestro Dios os ama.




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