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MUCHOS SON LOS QUE DICEN:
¡SI, LA MADRE LLORA!
Y NO SE PREGUNTAN EL PORQUÉ

CAPITAL FEDERAL, 23 de abril de 1988
CENÁCULO MARÍA, REINA UNIVERSAL, VOZ DEL CIELO PARA LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS

La paz, amados hijos. Sed pacientes con este mundo que rechaza mi llamamiento de amor, sed mansos con quienes pretenden violentar vuestra libertad de servirme.
Esta obra que mi amor misericordioso viene realizando es muchas veces condenada por considerársela en contraposición a la obra de salvación que mi misma Madre y la vuestra está haciendo, y ved que ese argumento es absolutamente necio, pues no encontraréis en ninguna otra obra mejor conjunción entre Madre e Hijo que en ésta, pues aquí, aquí está el Señor y se alaba a su Madre, por eso he elegido la oración del Santo Rosario desde siempre y por eso mis reflexiones y pensamientos, dirigidos a través de este instrumento, os hablan casi permanentemente del amor maternal. No hay explicación comprensible para vuestras mentes humanas acerca de la unidad entre mi Madre y Yo, mas quedáos tranquilos que no hay celos, obra por obra. Ya lo sabéis, muchas veces Ella misma, me muestra vuestros progresos, diciendo: ¿ves?, míralos, se esfuerzan por hacer lo que tú mandas, alívialos, ayúdalos, socórrelos, hijo mío.
Os veo preocupados a veces en ir y venir y pensar y me agrada que seáis así, pues estáis aplicando todo lo que os he dado desde el vientre de vuestra madre hasta el día de hoy a mi servicio. Dejad que hablen otros en vuestra contra, esa declaración no valdrá en el último día, pues allí Yo mismo os defenderé.
Otros comentarios sobre mi obra dicen que no hay anuncios perceptibles, profecías firmes, milagros visibles que puedan comprobarse y Yo os digo, si todo podéis comprobar fehacientemente, ¿dónde colocaréis la fe de la cual os hablé ayer? Y entornad los ojos sobre aquellas obras que muestran maravillas y movilizan multitudes, entornad los ojos, hilad fino, ved, muchos son cazadores de fantasías, muchos son operarios inútiles que van a ver un trabajo ya realizado y juzgarlo moviendo sus cabezas: ¡Sí, es obra del Señor!, ¡mas tú, pecador, ¿qué has aportado a esta obra?
Muchos son los que dicen: ¡Sí, la Madre llora! y no se preguntan el porqué. Es mucho más sencillo y fácil vuestra comunicación conmigo a través de estas reuniones más pequeñas, pues las interferencias son terribles para vosotros en las reuniones de multitudes, allí debéis tener mayor paciencia con los que están alrededor vuestro y tratad de manteneros firmes en la oración, por vosotros y por ellos.
Me alegra que sigáis firmes aún luego de ser derrotados, me alegra que sigáis intentando. Continuad, la guía sigue en su lugar, el timón está dirigido correctamente, dejad que se levante la bulla en vuestra contra, ¿qué más da? Nunca el discípulo supera al maestro, lo hicieron conmigo, lo repetirán a vosotros, amados, y por eso sois amados, porque os parecéis a mí.
Algunos de vosotros no oráis en vuestros hogares, debéis hacerlo. Deseo que oréis juntos, esta presencia que ahora sentís es siempre así, al menos, renovad cada día la consagración de la familia juntos, sin olvidaros, sin dejar el cansancio. El trabajo me agrada, pero la oración apoya, limpia y protege. No os sintáis ofendidos, soy Padre y os corrijo.
El espacio destinado a hablar sobre temas específicos que ya nombré, pronto os hablaré sobre la paciencia. Aconsejad releer los mensajes, son todos importantes, os ayudaré también en esto.
Os acompaño siempre, poned buena intención.
Tened paz, Yo os bendigo, os alcance bendición de amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Lectura: San Juan, Cap. 21, Vers. 15 al 19.





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