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¿CÓMO RECONOCERÉIS MI ESPÍRITU
DEL RESTO?, PUES POR SUS FRUTOS

EZPELETA, 20 de mayo de 1988
PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE CZESTOCHOWA

Se habla en estos días con mucha facilidad,1 palabras y hermosas oraciones de la operación del Espíritu Santo en la Iglesia pero cuando aparece una muestra de lo que este Santo Espíritu realiza en los fieles y laicos comunes incitándolos al trabajo, a la oración, al sacrificio, a la penitencia, al amor a Dios y a su Santa Iglesia, entonces se desconfía tal vez y luego se olvida, por eso está muy presente la palabra Espíritu Santo pero pasa casi desapercibida la operación del mismo. Sabed que el Santo Espíritu actúa en quienes rezan, en quienes son humildes, en quienes se inclinan hacia Dios, como mi Madre y la vuestra. El Espíritu Santo vino a Ella en un momento de oración, el Espíritu de Fuego vino a los Apóstoles en un momento de oración, el Santo Espíritu de Dios está alimentando la obra de mis manos en los momentos de oración. ¿Y como reconoceréis mi Espíritu del resto?, pues por sus frutos. ¿Creéis acaso que un espíritu endemoniado podría estar aquí con vosotros compartiendo mi presencia y dialogando con tranquilidad mientras la bendición y la gracia se derraman desde mi prisión de amor?2
Tened paz, amados míos, así obra vuestro Señor, pacientemente mas firmemente. Avanzaréis despacio pero firme, ni un paso más ni uno menos. Vuestros enemigos harán todos los intentos posibles, mas, si mi mano está de vuestro lado no debéis temer.
Desechad todo mal, aprontáos para construir con el bien y nunca os faltará un lugar dentro de su Santa Madre Iglesia.
Palabras huecas, palabras inspiradas, ¿cuál es la diferencia?: el efecto que causan en vuestro corazón.
Sabed entonces vosotros mismos de Quién proviene esta Palabra–Obra. Reconoced vosotros como miembros de la Iglesia: ¿Quién viene a buscaros? Tened paz.
Mi mensaje descenderá a vosotros a través de la Revelación defendida por la Iglesia, de mis palabras, del Evangelio.
Siempre hallaréis allí mis mensajes, siempre hallaréis allí mis respuestas y a través de las palabras de mis hijos elegidos, mis sacerdotes, hallaréis consuelos en todo tiempo y ante toda situación.
Guardáos del enemigo, aprovechad las ocasiones de acercaros más a mí, pues vuestro enemigo ronda e intentará hacerlos caer como siempre lo ha hecho.
Amad la misericordia, esperad y temed a la justicia y alcanzaréis el Reino.
Yo os bendigo a vosotros desde mi prisión de amor.
Os doy la paz en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Toda bendición viene del Señor, recibiréis luego la bendición a través de mi ministro oficial3 y ella os alcanzará la paz.
Orad y esperad en mí, no os dejaré solos. Paz a vosotros.

Lectura: I Tesalonicenses Cap. 5, Vers. 14 al 24


1 Antes de Pentecostés.
2 Sagrario.
3 Párroco.





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