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¿ACASO SABÉIS LO QUE ES CONVERTIRSE?

CAPITAL FEDERAL, 15 de julio de 1988
CENÁCULO NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN Y DE LA DIVINA PROVIDENCIA

La paz del Señor descienda sobre vosotros.
Infinidad de veces he dirigido mi Palabra a vosotros para invitarlos a la conversión. Y bien ¿acaso sabéis lo que es convertirse? Os he dado los pasos fundamentales para llegar a esta conversión cuando os dije: “Aquél que quiera seguirme que se niegue a sí mismo”. He aquí el primer paso: vencer el orgullo y la propia voluntad en beneficio propio.
La conversión exige negación de vuestra maldad y aceptación de la voluntad divina. “que tome su cruz”. Y he aquí el segundo paso de una auténtica conversión: Aceptar los dolores y problemas de cada día como medio de santificación y método de elevación espiritual y purificación dado por el Señor para vuestro bien. “y me siga”. Deberéis seguir mis pasos, deberéis ser calumniados, deberéis ser perseguidos, deberéis ser crucificados para poder llegar a la resurreción final. Si habéis estado junto a mí en la cruz y habéis imitado mi actitud exterior e interior seréis también de mi compañía en el Reino. He aquí lo que es convertirse. Mas todos vuestros problemas y los del mundo en general pasan por este nudo. La humanidad no desea convertirse pues se ha convencido plenamente que todo lo que hace está bien dispuesto, bien guiado, bien planificado, aceptado, cómodo, feliz, y olvidan la salvación de su alma.
De esto sabremos entonces que la dificultad no está en la conversión en sí sino en la aceptación de esta conversión.
Ya lo he dicho, lo repito hoy con más razón y motivo: No queréis convertiros ni que Yo os sane.
Y sabed que el trabajo de conversión es un trabajo día por día y cada vez debe realizarse de nuevo, prolijamente, pacientemente, con perseverancia, sin dejarse intimidar por las tentaciones y caídas pues luego de cada caída reiniciamos la conversión con mayor fuerza. Allí se distinguen mis verdaderos apóstoles luchadores del común, del cristiano tibio, de aquél que deja pasar el río de Agua Viva sin beber.
Os veo hasta lo profundo de vuestras almas y conozco vuestros problemas y dificultades. A todos ellos atiendo y a todos ellos superaréis. Oíd bien: todo superareis si estais conmigo.
Os daré una forma simple de comenzar a convertiros: Analizad vuestra vida hasta el día de hoy y que frutos espirituales habéis sacado de la misma. Entended por frutos espirituales aquello que os ha enriquecido interiormente y que no ha muerto ni es pasajero. ¿Cómo está vuestro espíritu? En segundo paso buscad un sacerdote confiable en el cual descargar vuestros pecados y tomar gracias. No temáis, pensad en la misericordia, no importan los años ni el tiempo que hayais estado alejado de mí, ni importan las atrocidades que hayais cometido. todo se perdona si dejáis de lado la intencion y ponéis propósito de enmienda. Y la culminación de este primer paso en vuestra conversión. Recibid luego de la absolución del sacerdote y cumplida vuestra penitencia, la Santa Eucaristía, el Pan de Vida, en estado de gracia y allí me tendréis y seréis vosotros mismos Iglesia y Sagrario pues me llevaréis dentro de vosotros. De ahí en mas lucharemos por la conversión Yo en vosotros y vosotros en mí. Lucharemos porque os acompañaré siempre.
Bien, amados, os dejo mi paz. Espero sepáis aprovechar cada Palabra y no haya sido en vano mi intento de llamaros.
A todos espero, pues a todos amo. Recibid la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La Palabra debe ser anunciada: ¿A quién enviaré? Mi Evangelio debe ser vivido ¿a quién llamaré? Responded vosotros. Tened paz.

Lectura: II Tesalonisences, Cap. 2, Vers. 13 al 17.





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