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Edición Nro. 8

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POBRE DE AQUÉL QUE DESVÍE
A UNA SOLA DE ESTAS OVEJAS
DEL CAMINO DE SALVACIÓN DE SUS ALMAS

TEMPERLEY, 4 de noviembre de 1988   |   Primer Viernes de mes
III VIGILIA DE ORACIÓN

Mi paz descienda a vosotros, pequeñas ovejas de mi grey.
¿Habéis creído por ventura que olvido de vosotros o que estoy lejos de vuestro lado?, ¿acaso el lugar del Pastor no es al frente de su rebaño, velando por cada una de sus ovejas?, pues bien, así estoy Yo, pendiente de vosotros aunque no parezca y entre vosotros aunque no me veáis, porque vosotros sois destinados a la gloria celestial y no deseo que os perdáis.
Tened paz, amados míos, el dueño de la paz os da su paz que no es ausencia de violencias y odios, una paz que es abundancia de gracia y de amor. A todos oíré y a todos atiendo porque entre vosotros estoy por siempre.
Hoy es día de alegría en el Cielo y en la tierra. Hoy surgen las primeras señales de este pequeño brote que ahora va creciendo y creciendo. Mis ángeles están aquí alineados y en orden como ejército que combatirá a vuestro lado. No olvidéis vosotros de utilizar las armas que os he dado: Oración, Ayuno, Sacramentos, Palabra de Dios. Apoyáos mutuamente, pensad unos en otros, pues desde hoy vosotros sois por entero una sola cosa, sois parte de la Obra del Señor.
Enviadlos ya, enviadlos ya, Miguel. Recibid por la voluntad divina, el ángel que custodiará vuestros cenáculos de oración y no se apartará de vuestro lado si sois fieles a mis indicaciones, a mi Santa Iglesia y a mi voluntad en vuestras vidas. Sufrid con paciencia las pruebas con tan divino consolador. Ellos os llevarán el Divino Espíritu en vuestra almas. Ellos os enseñarán y guiarán a la oración perfecta de unión con Dios. Ellos os harán pequeños para que seáis grandes en el Reino de los Cielos.
Y dejad que otros hablen, dejad que otros critiquen, dejadlos. ¿Puede Dios ocuparse en un duelo con una criatura humana salida de sus manos?, ¿no sería eso rebajar su divina dignidad?, pues bien, dejad los enemigos por mi cuenta, vosotros conseguidme almas que me amen y Yo iré a ellas, entraré en ellas y allí habitaré con todos los dones necesarios.
Y vosotros que cerráis los ojos frente a la verdad, ¿cuánto tiempo deseáis permanecer así? No digáis que soy Yo quién os ha abandonado pues el camino está abierto para llegar a mí.
Pobre de aquél que desvíe una sola de estas pequeñas ovejas del camino de salvación de sus almas, porque todo el peso de la Justicia Divina caerá sobre él inexorablemente.
Recibid la paz, recibid vuestros ángeles custodios, recibid la alegría de servir a Dios en las pruebas y dificultades, pues luego gozaréis por siempre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Recordad que vuestras frentes han sido también hoy marcadas con la señal, la señal que ya ha sido hecha en vosotros el día de vuestro Bautismo y que hoy os confirma como seguidores míos. Vosotros estáis marcados para mi servicio, vivid acorde a esta llamada.
Madre, he aquí tus hijos, haz en ellos como hiciste en mí. Tened paz.
Sois destinatarios de todo mi amor.

Lectura: Hechos de los Apóstoles, Cap. 26, Vers. 6 al 7.





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