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HE VENIDO HOY A OBSEQUIAROS
DESDE EL TESORO DE MI MISERICORDIA
CON ESTOS ÁNGELES CUSTODIOS


CAPITAL FEDERAL, 3 de marzo de 1989   |   Primer Viernes de mes

La paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Desde mi prisión de amor (Sagrario) contemplo con agrado vuestros corazones abiertos a mi Palabra y vuestras voluntades apegadas a obedecer lo que vuestro Señor os pide; y me alegro, me alegro por vosotros y me alegro por vuestros hermanos pues la misión que os encomiendo es para vuestra salvación y la de vuestros hermanos, aún aquellos más alejados.
Noche de grandes consuelos, esta noche de oración, noche de unión del Cielo con la tierra; aleteo y cántico de ángeles; oración y súplica de hombres, todo elevado hacia mí. ¡Si vosotros lo viéreis como Yo lo veo! Mas conformáos por ahora con vuestras limitaciones pues así también lograréis a través de ellas, enormes gracias.
He venido hoy a obsequiaros desde el tesoro de mi misericordia con estos Ángeles Custodios para que sean ellos fieles compañeros como vuestro ángel personal en vuestros dolores y en vuestras alegrías, en vuestros triunfos y derrotas. Sabed: todo el que quiera seguir al Señor tiene mucho que sufrir, mucho que dejar y nada que esperar del mundo; mas Yo, el Señor, si persevera en el seguimiento de la verdad, le daré la corona de la gracia eterna y el gozo de la visión de vuestro Dios.
Seguid orando y así acalláis el murmullo de las blasfemias que la humanidad lanza contra el Cielo. Seguid orando, y así limpiáis la podredumbre del pecado que todo lo mancha y corrompe. Seguid orando y así enjugáis las lágrimas de vuestra Madre Santísima que pide y pide por más tiempo para vosotros. Orad, luego os daré más de mi Palabra.
(Continúa el rezo del Santo Rosario).
Os he advertido en este tiempo de las enormes luchas que deberíais vivir pues el enemigo de las almas se ensaña con toda furia sobre aquél que se decide a trabajar al servicio del Señor. Muchos de vosotros estáis hoy aquí agobiados por vuestros males físicos y espirituales, mas Yo os digo: nada son éstos en comparación a las gracias que alcanzaréis si lo ofrecéis todo a mí.

Dice Nuestro Señor que desea una reunión especial para el día Viernes Santo, exactamente a las tres de la tarde, que ese día va a dar gracias y bendiciones especiales, que debe ser un día dedicado por completo a recordar su entrega en la cruz.
Aquí sobre la izquierda, sobre la izquierda del altar, dice el Señor que está... ¿quién es?... San Rafael Arcángel, en el centro San Miguel y aquí a la derecha San Gabriel dirigiendo la oración de Sus Ángeles.
Allí se ven y que hay muchos, muchos Ángeles que están hoy aquí por la presencia del Santísimo Sacramento y que ellos continuamente están alabando y bendiciendo el nombre del Señor.

Respetad, amados míos, la presencia de estos seres espirituales, que a pesar de estar en la cercanía de vuestro Dios y en su constante presencia, se ponen a vuestro servicio por una sola orden mía. ¿En qué pensáis, vosotros, seres humanos, cuando os rebeláis a mi Voluntad? ¿Acaso no véis a éstos, solo espíritu y solo bien, obedeciendo a su Dios? No sometáis vuestra voluntad a los caprichos de vuestra carne, el mundo o las tentaciones. ¡Liberáos ya!, ¡sed auténticos conmigo! pues Yo no miro vuestros gestos exteriores, si no van acompañados de recogimiento interior. Recordad la reunión del Viernes, Viernes Santo, allí estaré y allí estaréis.
Mi Madre os recuerda que los ángeles signarán vuestra frente durante este misterio (del Santo Rosario), para que seáis todos dignos testigos de la Palabra de fuego, de la fuerza espiritual incontenible, de la vida verdadera y total, fieles testigos de vuestro Dios.
¡Id pues, Ángeles míos, a vuestra tarea!; Yo os bendigo también, amadas ovejas de mi grey, no abandonéis el camino aunque sea espinoso, no abandonéis pues Yo no abandoné el camino a la cruz a pesar del dolor, pues con éste os vendrá la fuerza del consuelo. Recibid la bendición de Quién os ama en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Extended la Santa Devoción a mi Divina Misericordia y me mostraré a vosotros pleno en gracias.
Paz a ustedes, amigos míos.

Lecturas: Romanos, Cap 8, Vers. 35 al 39; Zacarías, Cap 11, Vers. 7 al 10;
Ezequiel, Cap 24, Vers. 25 al 27.





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