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Edición Nro. 11

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MUY POCAS VECES DIRIGÍS
VUESTRAS ORACIONES COMO INTERCESIÓN
POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

21 de abril de 1989
COLEGIO HOGAR EZPELETA

Guardad siempre en vuestros corazones mis palabras y sacad continuamente provecho de ellas, porque ellas dan vida a quienes las aceptan y cambian vuestras almas en luz radiante.
No temáis a enemigo alguno, pues todo aquél que no esté con el Señor tiene la batalla perdida sin importar el número de sus fuerzas, su poder, su posición, sus títulos, su edad; pues Quién todo lo puede, por vosotros todo lo hará, si os mantenéis humildes y sumisos a mi Santo Espíritu y sus inspiraciones.
Sabed: A todos vosotros os he elegido desde el principio de vuestra vida para ser mis seguidores fieles y a muchos otros que vendrán, pero los verdaderos seguidores, discípulos del Señor, son probados en el fuego de la persecución: allí demostraréis que sois míos.
Deseo hoy daros una enseñanza más que no por repetida pierde su vigencia:
Si un amigo cae en la cárcel por un delito cometido y a pesar de su arrepentimiento posterior debe cumplir su condena y su amigo a costa de sacrificios, aún de privaciones, ahorrando centavo sobre centavo, paga la fianza y da la libertad a ese amigo amado, ¿qué no hará este preso libertado por agradecer a este amigo suyo que ha demostrado su amor en su interés por él y por su libertad? ¿Sabéis de quién os hablo? Muchas veces os oigo en vuestras plegarias por aquellos que comparten esta vida, privaciones y dificultades, mas muy pocas veces dirigís vuestras oraciones como intercesión por las almas del Purgatorio, y si bien he esperado hasta hoy para hablaros sobre esto, con toda seriedad, es porque ya estáis preparados. Vuestros sufrimientos ofrecidos pueden ayudar aún mucho más a estas almas que pronto serán santas, y que a su vez, intercederán por vosotros. Si entendéis ésto, podéis rezar con confianza, Yo os oíré y haréis verdad la Comunión de los Santos. Dad alivio luego de la muerte a quienes en vida amásteis; dad consuelo a esas almas herederas del Cielo, pues como procedáis con ellas, con vosotros procederán, y si sóis misericordiosos, obtendréis toda misericordia y aún más.
Éste es el momento de mantener la firmeza en las prácticas de piedad y de no mezclarse en discusiones difíciles, ni en juegos de palabra y poderes, dejad que el poder de lo alto que todo lo ve esté frente a vosotros, como la columna de fuego (Ex. 13, 21–22). Avanzad con tranquilidad, pues mi mano contiene el mar, a derecha y a izquierda, para que vosotros paséis. ¿No lo he hecho ya una vez? ¿No podría acaso repetirlo? Pues éste no es un mar como aquél, es un mar de pecado, mucho más difícil de contener que éste, pero Yo os haré pasar a través de él con mi gracia, seguid el camino, no abandonéis, pues aún hay mucho por hacer y si deseáis el triunfo eterno deberéis perseverar.
No olvidéis que antes que la salud física me interesa vuestra integridad espiritual: solo así lograréis las dos cosas de mí.
Sed cautos en vuestras palabras, pues no siempre os rodean amigos, y no siempre entre vosotros están mis amigos.
Cuando la Verdad habla, sabe lo que dice y porqué; y aquello que ahora no comprendéis, luego entenderéis claramente; como cuando os dije: Seréis perseguidos y lo sóis; seréis odiados y lo sóis; pero obtendréis muchas gracias y las tenéis. Hoy están aquí estas gracias, pedidlas y os las concederé, pues para eso he venido: a dar del tesoro de mi misericordia.
Seguid fieles, amados míos, a través de las pruebas futuras que seguirán recrudeciendo y en las cuales hará falta mucha fortaleza: Yo estaré siempre a vuestro lado.
Tened paz, Yo os bendigo; recibid la salud en cuerpo y alma, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Sabed: No solo de pan vive el hombre y lo veréis, pues mi palabra es vida, aún cuando falta el alimento material. Confiad en mí, estoy con vosotros por amor. Tened paz.

Lectura: San Lucas, Cap. 6, Vers. 24 al 26.





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