CUANDO AÚN LA MISERICORDIA OS TIENDE
UN PUENTE SALVADOR
13 de octubre de 1989
No habéis venido aquí hoy buscando promesas vanas, no habéis llegado a este lugar esperando espectáculos que os sirvan para distraeros o alegrar vuestro corazón con diversiones, no habéis venido hasta aquí a recibir bienes materiales o regalos, solo os ha traído hasta aquí vuestra fidelidad a mi llamado. Os ruego encarecidamente os mantengáis firmemente adheridos a mí, solo esa fidelidad y esa unión a mi corazón misericordioso os asegurará la salvación de vuestras almas y de muchos de vuestros hermanos.
Sé bien que muchos dicen: ¿dónde están las prometidas amenazas de vuestro Dios?, ¿dónde está lo que el Señor ha prometido como castigo? y Yo os digo: no busquéis saber cómo es la Justicia cuando aún la misericordia os tiende un puente salvador. Si Yo demoro el tiempo de mi intervención como justo castigo, solo lo demoro, mientras tanto mis pedidos son oídos y mis fieles seguidores avanzan en santidad mientras haya oportunidad, no castigaré, aunque intenten provocarme con vuestra indiferencia mas sabed también que a mayor oportunidad corresponde mayor responsabilidad y cuanto más tiempo y más intervenciones mías sucedan y más ciegos os volváis, peor será pues el momento en que se os deba tener en cuenta esta sordera voluntaria.
Tened paz, amados de mi corazón, mi Madre sigue llamando en todas partes del mundo, que ese grito angustiado de Madre hacia sus hijos se repita continuamente en los oídos de vuestras almas: ¡Volved a Dios! os dice vuestra Madre, ¡volved a la verdad!
Dejad que otros se ocupen de destruir y de luchar unos contra otros por supremacías humanas, vosotros no sois superiores a nadie ni inferiores, sois lo que Yo deseo que seáis. No os interese otra opinión que la de vuestro Dios.
El viernes siguiente traed a mí vuestras Biblias para ser bendecidas especialmente, aquellas que utilizáis en vuestros hogares para leer mis palabras y consejos, traedlas a mí a bendecir especialmente, pues ellas son la fortaleza en vuestros hogares, el consuelo en vuestras necesidades, la paz y el signo de mi presencia continua a vuestro lado. Recordadlo, aquí os espero.
Desde mi prisión de amor (Sagrario), os bendigo para que seais vosotros también prisioneros de este amor misericordioso que se consume por la salvación de las almas.
Tened paz y fortaleza, perseverad en el bien en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Sabéis que todo lo bueno viene de mí, no busquéis nada bueno fuera de mí.
Mi amor a vosotros, hijos míos.
Lectura: Miqueas, Cap. 3, Vers. 5 al 9.
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