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NO EXISTE CONVERSIÓN AUTÉNTICA
EN UNA COMUNIDAD SI SUS INDIVIDUOS
PERSONALMENTE NO ESTÁN
CONVERTIDOS A MÍ

14 de septiembre de 1990

La paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Recibid y aceptad las enseñanzas de vuestro maestro para enriquecer el tesoro que no se corrompe, para enriquecer las arcas de vuestra espiritualidad. Os he hablado anteriormente sobre la conversión individual: hoy os hablaré sobre la conversión en las comunidades.
Unos de los errores más propagados acerca de la conversión o no de una comunidad es creer que cada uno de los individuos que pertenecen a una comunidad cristiana están convertidos por el solo hecho de pertenecer a ella o de participar en algún que otro movimiento o tal vez realizar algunos actos de piedad en conjunto: Yo os digo que no es así. No existe conversión auténtica en una comunidad si sus individuos personalmente no están convertidos a mí y acorde a la graduación de su conversión individual será la graduación de la santidad que alcancen comunitariamente. Y veréis ese grado de conversión en la apertura que demuestren para con todos, aún con aquellos que no participan de sus mismas ideas o que se acercan a estas comunidades buscando un consuelo. ¿No habéis visto acaso cómo muchas veces en las misas dominicales o semanales los grupos de cada comunidad se cierran sobre sí mismos y aquellos que no participan de ninguno de éstos quedan alejados?
Hay una especie de barrera invisible que no permite a las comunidades ser auténticamente misioneras y os diré lo que sucede: Estas comunidades han perdido la noción del valor que tiene un alma, han olvidado al pecador que debe convertirse por formar una estructura entre las noventa y nueve que restan.
Prestad atención y trabajad, sed mis enviados para buscar las ovejas perdidas, llegad a tiempo antes que otros las tomen para sí y las pierdan en la confusión.
Convertíos entonces individualmente y luego trabajad por la conversión de vuestras comunidades día a día, siguiendo el ejemplo de mis primeros Apóstoles, ellos compartian todo y sus bienes estaban en común, lo cual significa también que pondréis al servicio de la comunidad todo bien que Dios os ha dado, todo don espiritual, sea de la palabra, sea la inteligencia, sea el descubrir vocaciones, sea la oración, esos bienes debéis poner en común, pues bienes materiales hallaréis en todas las asociaciones, pero bienes auténticamente cristianos solo en una comunidad fiel a mí. Así se forma la Iglesia, así deseo que se forme y no que se deforme su imagen por falsos conceptos de conversión. Ya lo sabéis, responded ahora con los hechos.
Yo os bendigo para que obtengáis la fuerza de cumplir lo dicho en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Si sois de la luz, salid a la luz y llevad la luz a los que viven en tinieblas. Id en paz.

Lectura: I San Juan, Cap. 1, Vers. 5 al 10.





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