EL CUMPLIMIENTO DE MIS PEDIDOS,
¿CÓMO LO EXIGIRÉIS LUEGO A LOS DEMÁS?
13 de septiembre de 1991
Aprended a encontrar un refugio seguro en la oración; aprended a refrescar vuestras almas sedientas de Dios en el contacto conmigo a través de la plegaria; alimentad vuestra vida espiritual con la lectura de mi Palabra, meditad pacientemente, pues el tiempo que deis a la meditación y a la oración no es tiempo perdido, por el contrario, la dedicación a estas dos cosas hará que vuestras obras den mejor fruto, que vuestras decisiones, aún las temporales, sean más acertadas, que vuestras fuerzas se sientan renovadas y que vuestro testimonio sea auténtico en palabras y en obras.
No vengo a vosotros para haceros sufrir, ni os hago oír mi voz para que temáis un castigo inminente, os busco y os llamo para que seáis apóstoles de mi misericordia en el mundo, mas si no os exigís a vosotros mismos el cumplimiento de mis pedidos, ¿cómo lo exigiréis luego a los demás?
La confusión reina en el mundo, aún dentro de mi Iglesia, diversas voces se alzan proclamando una verdad distinta a la auténtica, a aquella Verdad que soy Yo mismo. Tened vosotros en este tiempo vuestra conciencia debidamente entrenada para discernir, pues el engaño os rodea y la maldad acecha en todas partes, mas sabed que esta humanidad aún tiene mucho, mucho para ser rescatado y no todo está perdido cuando contáis con la ayuda de vuestro Señor.
Seguid adelante con confianza y siempre os bendeciré. No dudéis en la obediencia y en la unidad y tendréis la auténtica paz.
Estéis donde estéis, si me amáis, estoy con vosotros.
Recibid mi bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Cada día comienza para vosotros una nueva oportunidad: aprovechadla. Mi paz a los corazones fieles.
Lectura: San Lucas, Cap. 19, Vers. 45 al 48.
COPYRIGHT BY FUNDACIÓN MISERICORDIA DIVINA
ASOCIACIÓN DE LAICOS CATÓLICOS