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Edición Nro. 42

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QUE MIS SACERDOTES ME IMITEN
HABLANDO DE MI MISERICORDIA

8 de agosto de 1997

La paz con vosotros, ovejas de mi grey.
¿Quién os ha llamado hoy a este sitio?, ¿quién os ha invitado a la oración?, ¿quién os atrae?, ¿qué se os ha prometido? Quién, si no yo, El Señor podría teneros aquí hoy... pues la fuerza de mi misericordia os reune como ovejas de mi grey. Como el padre amoroso, desde lo alto de su casa, observa el horizonte esperando el retorno de aquel hijo que abandonó su hogar. Así cada día mi mirada se posa sobre vuestros caminos para ver vuestros progresos, vuestros esfuerzos por acercaros a mí, y os animo a continuar...
Sabed, pues, que es mi deseo que los sacerdotes aconsejen a todos los fieles la práctica de la devoción a la Divina misericordia, y muy especialmente aquellos que se acercan al Sacramento de la Confesión y de la Unción de los Enfermos pues allí se obtendrán mayores milagros y las más abundantes gracias. Que mis sacerdotes me imiten hablando de mi misericordia y siendo misericordiosos con aquellas almas que envío a su lado, para que las atiendan en mi nombre.
Y vosotros en la medida de vuestras posibilidades y según vuestra obligación como apóstoles, apoyad esta tarea, aconsejando también esta práctica que es camino de salvación, retorno a la Casa del Padre; luz, bendición, paz.
Nadie que propague la devoción a mi Divina misericordia quedará en el camino perdido, y por haber mostrado mi luz a otros recibirá de mí mayor abundancia de gracias.
Tened paz, yo os bendigo para que seáis la luz que ilumina las tinieblas, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
No creáis que estáis solos, pues muchos realizan vuestro mismo trabajo; todos bajo mis indicaciones, a su tiempo lo sabréis. Paz.

Lectura: Apocalipsis, Cap. 22, Vers. 1 al 5.





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