20 de julio de 2001
Esta humanidad necesita apóstoles, más y mejores apóstoles que los guíen hacia Mí, que les enseñen la verdad, que los protejan de las acechanzas del maligno. La humanidad clama por apóstoles, pues ellos, trabajando como mis enviados, salvarán muchas almas. ¿Y dónde están, pues? ¿Dónde están mis apóstoles? ¿En qué ocupan su tiempo? ¿En qué gastan su vida? ¿En qué piensan mis apóstoles cuando esta humanidad los necesita? Yo os he llamado, yo os he instruido y formado y todo lo que sois me lo debéis a Mí. Debéis cumplir ahora con vuestra misión.
Seguid a vuestro guía, mi elegido, y alcanzaréis la meta final, pues ser apóstoles del Señor es vuestro destino: no lo olvidéis. Paz.
Yo os bendigo, recibid la fuerza que viene de lo alto, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: "Amén").
Los tesoros más preciados perdidos en lucha con el enemigo pueden recuperarse con valor, voluntad y sacrificio. Paz.
Lectura: San Lucas, Cap. 9, Vers. 57 al 62.
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