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ESPECIALMENTE LA ARGENTINA
ESTÁ SIENDO ATACADA POR EL MAL

12 de febrero de 1987

Dice el Señor que solamente una palabra deseo dejarles: Fidelidad.
Sí, no desvaríen entre los vaivenes del mundo. Fidelidad.
Cuando sean fieles hasta dar la vida serán buenos servidores míos, dice el Señor.
Cuando sean capaces de amar, sin esperar recompensa, habrán ganado su porción en el Cielo.
Qué duro está vuestro corazón aún. ¡Cuánto camino falta por recorrer!
Dice Jesús: El Señor los llevará. El Señor los guiará. Yo, dice Jesús, los llevaré.
Nunca pierdan de vista a mis guías. Si ellos caminan en una dirección acompañen sus pasos. No los dejen solos. Oren continuamente.
Pide el Señor que en los días venideros hagamos una confesión de nuestros pecados profunda y sincera. Todo aquél que reciba los sacramentos este domingo, dice el Señor, obtendrá una gracia especial.
Deben estar limpios, dice Jesús, inmaculados.
¡Almas mías! Destierren los recuerdos de su vida pasada. Ahora están al servicio del Creador, dice Jesús.
Me agradaría permitirles ver a sus ángeles de rodillas a vuestro lado. Tengan fe que ésto es así.
Cuando sean humildes y pequeños Yo seré grande entre ustedes.
Nadie tiene más nombre que el de Jesús porque mi nombre es vida.
Hay una palabra para alguien que sufre sus desdichas, dice Jesús. No hay desdichas para el que conoce el amor de Dios, porque nunca está solo. Hija mía, échate en mis brazos y Yo te sanaré.
La perversidad avanza en vuestro país. Especialmente la Argentina está siendo atacada por el mal. Todo el mundo se está resquebrajando porque sus bases no están puestas en la Palabra de su Señor, dice Jesús.
Ay, hijos, corazones sedientos de verdad. Beban de la fuente de mi amor eterno que brota de mi corazón. Lleven sus cargas con amor.
Qué enorme es su duda, pero mayor es mi amor por ustedes, dice Jesús.
Construyan un templo vivo en ustedes mismos e invítenme a vivir allí.
El que no actúa como piensa, pierde su tiempo. A Dios no se lo engaña.
Rezar la próxima decena por el Santo Padre. Hay planes para destruirlo, pero aún no es tiempo. No es aún su tiempo. Amenlo. Amenlo y oren por él.
Dice el Señor que ha querido hablar ahora para no interrumpir luego nuestra oración y pide que lo hagamos con mucha profundidad de ahora en más, que no haya expectativa por su palabra que influye el clima de oración.
Dice que si desea expresar algo lo hará al final del Rosario.
Pidan sin temor porque no hay nada imposible para su Dios.
Dice que nos bendecirá a todos al final. Dice el Señor que no piensen que todo pasó. El sigue aquí.
Dijo el Señor que le pedían la bendición para los niños, que la concede.
Bendición para los que no están y también la concede y la va a conceder también para los que escuchan.
Dice el Señor que el que escucha sin actuar más le valiera no haber nacido.
Aquí hay una prueba, dice el Señor. Vean cuantos son ahora y cuantos serán en un mes1.
El está ahora con ustedes porque es mi Voluntad hablarles, dice Jesús. Pronto lo retiraré. Deberán acercarse ustedes a la fuente si quieren beber2. Así soy Yo, dice el Señor, me he mostrado a ustedes, ahora vengan a mí3. Alguien que escucha ha pedido por un enfermo. Alguien que escucha tiene su corazón en paz conmigo. Recibirán su gracia sin tardanza.
Detesten los placeres del mundo, den testimonio con limpieza, sepan ver más allá de sus ojos, oír más allá de sus oídos. Y caminar más allá de sus limitados pasos de hombre. Vuelvo a repetir. Sepan ver más allá... Ahora, dice el Señor, continúen rezando.
Quiere el Señor que nos coloquemos todos de rodillas para que nos de su bendición.
Estando de rodillas, dice el Señor, que vayan marcando su frente a la vez que El va repitiendo su bendición. Te libere el Señor Dios Todopoderoso de todos los malos pensamientos, los oscurecimientos, las lagunas, las elucubraciones de tus sentimientos que confunden la gracia del Señor en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Ahora, dice el Señor, hagan la cruz sobre sus labios: Yo los libero de todas las palabras maliciosas que desvían mis caminos, que entretienen sus almas y que hieren a mi corazón en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Hacemos ahora una cruz en el pecho y dice el Señor: Este es el escudo de batalla. Yo los bendigo y los protejo con mi Gracia de todos los ataques del demonio para que sepan resistir las tentaciones y vencer sus dolores transformándolos en gracias para ustedes y para los que me siguen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Y a todos ustedes, espíritus malignos reunidos aquí para atormentar a mis hijos, ¡les ordeno retirarse!, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

1unos cincuenta en la ciudad de Buenos Aires.
2se refiere al vidente.
3a la Iglesia.





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