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¿QUIÉN DIRÁ AL SEÑOR COMO PROCEDER?
¿QUIÉN PUEDE LEVANTARSE
CONTRA SU SEÑOR?

HURLINGHAM, 26 de marzo de 1988
CENÁCULO MARIA, LIBRO DE LA VIDA ETERNA

Sirva, sirva este día de hoy como ejemplo para cada uno de vosotros pues, llegado el tiempo, a través de vuestras oraciones, vuestro Señor volverá a vosotros. Y así es hoy, a través de vuestras oraciones vuestro Señor está aquí. Descansad ahora ovejas mías, mantened la calma, no os preocupéis, Yo estoy aquí.
¿Qué es ese problema que os inquieta?, ¿qué es ese mal sueño?, ¿qué son esos malestares que os aquejan física y espiritualmente, comparados con mi cruz?
Os daré aquí un lugar para orar y para pedir, este sitio llevará por nombre “María, Libro de la vida eterna”, pues en su Corazón Inmaculado se hallan inscriptos en letras de oro los nombres de aquellos hijos preferidos que alcanzan la gloria a través de la cruz y del sufrimiento en este mundo. Ella es el Libro de la Vida, a través del cual se llega a la patria celestial.
Sabed que en cada uno de los lugares donde esperáis mi Palabra debéis prepararos también así con abundante oración pues necesito de vosotros oración, para que al llegar allí el ambiente esté limpio. Debéis limpiarlo vosotros y notaréis que vuestras oraciones suenan como huecas, suenan como repetidas sin sentido, tediosas, pero es allí donde están surgiendo los frutos de gracias que hacen que luego vuestro mismísimo Señor se presente entre vosotros a hablaros.
¿Quién dirá al Señor cómo proceder?, ¿quién puede levantarse contra su Señor?, ¿quién puede elevar la voz más alto que Aquél que con su sola palabra ha creado el Universo? Mas Yo prefiero a los humildes y sobre todo a aquellos que se esfuerzan por alcanzar la verdad. Y la verdad es ésta: solo vuestra fe demostrada en obras os salvará. Nada interesa después; primero está vuestra salvación. Cierto es que vivís en un mundo material y lo material está a la orden del día, mas vosotros no seáis así; colaborad conmigo en la construcción del reino espiritual, pues en el último día, en vuestra última hora nada llevaréis, nada llevaréis, hijitos creedlo, solo vuestras obras y aquél amor que hayáis brindado. Os doy caminos y escalas firmes para ascender a mi Reino, esas cuerdas que os atan a mí son los Sacramentos, aprovechádlos.
Vosotros que tenéis lugares de oración llamados cenáculos con estos Ángeles Custodios, sabed: debéis mantenerlos vivos con vuestra oración e invitando a otros a seguiros. Ya antes de esto, mi Palabra estaba inspirando a mi elegido, por lo cual sus intenciones se adelantaron a las mías en este momento. Solo en vuestro tiempo, pues la inspiración ya era mía. Vuestros cenáculos deben florecer, si esta Obra crece, ellos deben crecer y en unidad. No he preparado este ejército para que permanezca disperso, lo quiero todo en formación de combate, armas en mano, dispuesto a dar la vida a cada instante, de otra forma no hay soldado útil en esta batalla. No es demasiado compromiso para nadie pues las horas que se viven son decisivas. Sabedlo: ¡horas decisivas! Y vosotros sois quienes decidís, conmigo o contra mí. Soy Maestro y os estoy enseñando a vuestra altura, pero enseñanza es, por fin, pues penetra y muy profundo veréis vuestros corazones.
Habéis pasado dos días agotadores, las jornadas nocturnas de oración también os han afectado. Terminad vuestras oraciones en paz y descansad, pues en esta próxima semana os espera cada vez mayor actividad.
Un trabajo os daré, en mi Semana Santa, del día lunes hasta el viernes meditad acerca de mi Santa Pasión. Atended a estas indicaciones. Repartid las cinco llagas de mi divino Cuerpo en los cinco días de la semana, comenzando por los pies izquierdo y derecho, por las manos izquierda y derecha, y el último día por la Llaga del costado, pues de allí es donde brotó la sangre y el agua, sangre y agua que son salvación y vida de vuestras almas. Meditad muy especialmente y revivid cada una de mis llagas. Tenedla presente durante todo el día y decid esta pequeña oración: Llaga de Jesús, por tu infinito mérito limpiad mi alma, y nombrad mano y pie y costado cada día desde el lunes al viernes. Sábado Santo: reunídos en una hora especial y en familia, rezad el Santo Rosario, esperando la bendición del Señor que surge de las tinieblas a salvar este mundo por fuerza propia. ¿Recordáis bien ahora? Es un deseo de vuestro Señor para que aprovechéis mejor en esta semana y cada día podéis pedir una gracia; según vuestra aplicación será concedida, en el tiempo que Yo crea conveniente. Así es, hijos amados, todo se os dará a su tiempo. No puede el niño pequeño comer carne ni bien nace. Así es por ustedes, todo en su tiempo, dejadme hacer, acompañad con la oración.
Día jueves por la noche, celebraréis la institución del sacerdocio y allí os hablaré pausadamente, cómo deseo que sea cada uno de mis sacerdotes, y os presentaré el modelo que necesito. Debéis estar allí, pues es muy importante vuestra presencia y vuestra oración. También esto fue inspirado anteriormente, pero éste no lo sabía.
Tened paz amados de mi corazón, confiad siempre en vuestra Madre, Ella os guiará por el camino de la Verdad.
Os bendigo a vosotros y a vuestros objetos sagrados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Semana de grandes gracias comienza. Obtenedlas con vuestra entrega. Paz a vosotros.

Lectura: Jeremías, Cap. 44, Vers. 1 al 12.





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