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Edición Nro. 14

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MI MAYOR QUEJA ES PARA VOSOTROS,
LOS CRISTIANOS

24 de noviembre de 1989

Mi paz con vosotros, ovejas de mi grey.
Momentos importantes en la historia de este mundo se acercan paso a paso hacia vuestro tiempo. Sabed que es la época de grandes sucesos en el cielo y en la tierra, sabed que los signos serán día a día más evidentes, sabed que debéis estar alertas y en oración. Pronto toda la Iglesia proclamará Cristo Rey, mas para reinar realmente en toda la cristiandad debo comenzar por reinar en el corazón de cada uno de vosotros, hijos míos, miembros de mi Cuerpo. Haced que mi corazón reine en el vuestro y estaréis construyendo el reinado de vuestro Señor sobre toda la cristiandad y sobre toda la humanidad. Mas en esta época, mucha queja debo presentar, no acerca de los extranjeros sino acerca de los que pertenecen a mi Cuerpo Místico, no sobre los que han abandonado la Casa del Padre sino los que habitan y sirven en ella, no sobre aquellos que ignoran las verdades de la fe sino sobre aquellos que dicen propagarlas y defenderlas. Sabed, pues, ovejas de mi rebaño que mi mayor queja es para vosotros, los cristianos, podéis preguntar en el fondo de vuestros corazones, ¿porqué Señor? y os lo diré: porque habláis de mis mandamientos y no los cumplís, porque os habéis organizado bien pero habéis olvidado el Soplo del Espíritu de vuestro Dios, porque creéis que en vuestra intimidad vuestro Dios no ve, porque habéis perdido el respeto hacia mi Santa presencia, porque ya no vigiláis sobre los ataques del enemigo y os habéis dormido en los laureles del conformismo y la comodidad, porque ya no sois cristianos pues vuestra vida no es cristocéntrica, porque solo os queda un hálito de vida que de no ser por mi intervención ya se habría apagado definitivamente.
Al venir al mundo su estado era deplorable, mas en esta época, la humanidad actual ha empeorado de tal forma la situación que los mismos ángeles del Cielo se escandalizan de tanta desvergüenza en el pecado, de tanta organización para el mal y de tanto fraude en las prácticas de piedad auténticas; porque creéis que vistiendo oro y plata en mi templos me honráis y vuestros corazones están lejos de mí, porque creéis que introduciendo canciones alegres según vuestro criterio alegráis la Casa de Dios y contrariamente a eso la estáis profanando con vuestros gritos y alaridos fuera de lugar, porque creéis que hablar al mundo de mi Palabra con rostro de autoridad y gesto pausado es predicar el Evangelio y Yo os digo: si predicáis el Evangelio y no lo vivís no será el Cielo vuestro lugar, tenedlo por cierto. Por eso es que como en los primeros tiempos necesité apóstoles, hoy necesito apóstoles y siempre los necesitaré. Yo llamo a mis apóstoles desde el seno de mi Iglesia a llevar la luz a todas partes sin miedo, pues mi presencia los acompaña, sin retroceder y sin dejar lugar a dudas acerca de vuestra posición, si sois mis apóstoles seguiréis mi suerte en la tierra y en el Cielo. Yo ayudaré a esto con mi intervención directa en muchas partes de este mundo y la humanidad sacudida por golpes de dolor tendrá oportunidad de elevar sus ojos a mí y al extender la manos desesperadas encontrarán las manos de mis apóstoles, los Apóstoles de los Últimos Tiempos.
No perdáis la paz, hijos míos, no perdáis la paz que os da mi presencia. Sois adultos en la fe y como adultos os he hablado.
Yo os bendigo, recibid en abundancia lo que vuestro Dios tiene reservado para vosotros en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Y sabed que este Rey, no hace alianzas con poder alguno, pues todo el poder es suyo.
Yo soy vuestro Dios y vosotros mis criaturas, solo viniendo a mí hallaréis lo que en ninguna parte habéis encontrado.
Tened paz y sed fieles.

Lectura: San Juan, Cap. 13, Vers. 15 al 20.





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