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RECUPERAD LA LOZANÍA ESPIRITUAL
BEBIENDO DE LA FUENTE INAGOTABLE
DE MI MISERICORDIA

28 de febrero de 1990
Cenáculo María Madre y Maestra

Mi paz a vosotros, ovejas de mi grey.
Os invito a que recordéis los momentos en que por primera vez os acercasteis a mí y fuisteis llamados a seguirme. Recordad, pues, aquella buena disposición de los primeros momentos, recordad aquella felicidad del primer encuentro, recordad aquel compromiso asumido, recordad pues la pureza de vuestras intenciones, haced memoria cómo vuestra alma se ha enamorado del Señor que se os presentaba allí, vivo y presente.
Ahora miraos cómo estáis ya, ¿acaso os habéis acostumbrado a la presencia y a la voz de vuestro amado de tal forma que os da igual que la presencia y la voz de cualquier hombre?, y sus pedidos: ¿pasan primero por vuestros pensamientos y forma de ser o van, como iban, directos a vuestro corazón y a la práctica? Recuperad pues la lozanía espiritual bebiendo de la fuente inagotable de mi misericordia que se vierte para toda la humanidad en el santo sacrificio de la misa renovando día a día mi pasión, muerte y resurrección. En la oración, que avivará el fuego de la fe en vuestros corazones en charlas íntimas con vuestro Dios. El ayuno y la penitencia, en esta época especial, sabéis bien que todo es para vuestro progreso. La lectura de mi Palabra para meditar y poner en práctica y en esta época especial, las obras de misericordia, ellas son el medio que ofrezco al mundo entero. Demostrad que la doctrina que el Señor ha puesto en su Iglesia no es adormecedora sino activa y está movida por la fuerza del Espíritu Santo.
Mirad que los lobos están atentos a vuestros movimientos y de no ser por el cuidado de vuestro Pastor otro hubiese sido ya vuestro destino. Mientras os mantengáis en este rebaño, Yo os guardaré, mientras no abandonéis el corral, Yo os protegeré. Tened cuidado y guardaos bien pues la tentación de seguir camino por cuenta propia está al alcance de la mano, guardaos bien os lo repito. Yo estoy aquí para advertiros y estaré siempre para guiaros, haced todo sin temer a hombre alguno por poderoso que sea, dad lugar a la paz en vuestro corazón.
Yo os bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
Recordad que a los ojos de Dios, mucho valen vuestras almas, no las arriesguéis por caprichos pasajeros.
Paz a vosotros si sois dignos de ella.

Lectura: Malaquías Cap. 2, Vers. 13 al 17 y Cap. 3, Vers. 1 al 3.





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