28 de julio de 1995
Sabed que el trato frecuente y la proximidad con vuestro Señor es para vosotros una gracia muy grande e importante. Y también una obligación de carácter especial, pues por aquello que estáis recibiendo de mí, rendiréis cuenta. Os he llamado a mi lado para enseñaros con paciencia de Maestro los secretos de la salvación y para que vosotros los transmitáis con vuestra vida al mundo entero.
Estad alertas, pues no deja el enemigo de las almas de intentar jamás el perder a uno de los míos. Mas si sois auténticamente míos, nada os sucederá que no esté en mis planes, y ningún triunfo obtendrá mi adversario sin que esta gloria se vuelva derrota por mi intervención.
Orad por aquellos que no han tenido el valor suficiente para ingresar en mi Obra y que por su tibieza permanecen a un lado dudando, buscando su comodidad o víctimas de sus propias debilidades. Orad por ellos para que el Santo Espíritu caliente sus corazones y se animen a seguir el camino difícil que proporciona un grado mayor de gloria a aquellos que lo transitan con decisión.
Yo os bendigo, recibid la bendición y la paz en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Todos responden: “Amén”).
No estoy aquí para satisfacer curiosidad alguna, sino para salvar almas. No lo olvidéis. Paz.
Lectura: Gálatas, Cap. 3, Vers. 13 al 15
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